domingo, 7 de diciembre de 2008

Suprema Estupidez

Durante las noches, después de apagar la luz de la mesilla, solía tumbarme y escuchar.

Fuera, al otro lado de la pared, comenzaba un mundo vacío y amenazante. Incluso el patio, tan familiar, nuestro patio con el granado y la aldea de cajas de cerillas que había construído a sus pies, no nos pertenecía por las noches a nosotros, sino al toque de queda y al miedo.

De un patio a otro se escabullían en la oscuridad los comandos de combatientes para llevar a cabo operaciones a la desesperada. Las patrullas británicas, equipadas con reflectores y perros de rastreo, deambulaban por las calles vacías. Los espías, los detectives y los traidores se ocupaban de las tácticas de ataque. Establecían redes de información. Planeaban emboscadas. Las aceras desiertas eran alumbradas por las luces fantasmales de unas linternas envueltas en vapores estivales.

Al otro lado de nuestra calle, más allá del barrio, se entrelazaban más y más calles vacías, callejuelas, pasadizos, escaleras túneles, y en todas partes reinaba la oscuridad repleta de ojos y perforada por los ladridos de los perros. Incluso la hilera de casas frente a la nuestra me parecía, en las noches de toque de queda, como si estuviera separada de nosotros por un río profundo de oscuridad.

Una Pantera en el sótano
Amos Oz

Desgarradora visión. Convivimos con la guerra. Como comentaba Milan Kundera en "La insoportable levedad del ser", 'en este mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido'.

Permitimos la guerra y, lo que es más cruel, permitimos que los niños vivan la guerra, jueguen en la guerra y sean partícipes de ella. Los adultos somos bastante estúpidos al crearlas, fomentarlas, dotarlas de contenido y objetivos, defenderlas... ¿por qué no involucrar a los niños, para que la semilla del odio crezca en ellos, para que sean capaz algún día de poner en práctica todo aquello que les enseñamos?

No existe en ningún lenguaje que conozca una palabra que defina exactamente este comportamiento. O quizá si. Suprema Estupidez.

Dijo Ghandi: 'No hay camino para la Paz, la Paz es el camino'.
Haciendo gala de nuestra Suprema Estupidez, utilizamos la guerra como camino. ¿Para qué? No lo tengo claro. Lo único que tengo claro es que ninguna guerra ha terminado en una Paz verdadera y duradera.

Sed Buenos
Fran